miércoles, 13 de abril de 2011


Se podria decir que esta es una idea que puede cambiar y mejorar la vida de los habitantes del planeta tierra se podria decir que las tecnologías de la información y la comunicación no son ninguna panacea ni fórmula mágica, este se basa de herramientas para los objetivos de desarrollo del milenio,de instrumentos que harán avanzar la causa de la libertad y la democracia, tambien se basa de los medios necesarios para propagar los conocimientos y facilitar la comprensión mutua

tics


Las tecnologías de la información y la comunicación no son ninguna panacea ni fórmula mágica, pero pueden mejorar la vida de todos los habitantes del planeta. Se disponen de herramientas para llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de instrumentos que harán avanzar la causa de la libertad y la democracia, y de los medios necesarios para propagar los conocimientos y facilitar la comprensión mutua" (kofi annan, Secretario general de la Organizacion de las naciones unidas , discurso inaugural de la primera fase de la WSIS, Ginebra 2003)


martes, 8 de septiembre de 2009

la coca


Los juegos como el trompo, el yo-yo, la coca, la bodoquera, el diábolo y las canicas, son la excusa ideal para acercarse a los estudiantes sin importar su edad o condición socio – económica.

Así lo profesa Enrique Leal, director y fundador de Recreodeportivos Ltda., una empresa que se dedica desde hace más de una década a promover el rescate de los juegos tradicionales en entornos educativos.

Leal y un grupo de expertos de varias disciplinas como psicólogos y pedagogos han desarrollado un programa para las instituciones educativas basado en el fortalecimiento de las competencias ciudadanas a través del juego.

El programa incorpora la experiencia del docente que trabaja con población infantil y juvenil y le brinda herramientas pedagógicas, lúdicas y recreativas. Durante el desarrollo del juego se crean espacios de convivencia, solución de problemas y acuerdos para el aprendizaje.

Según Leal, la propuesta busca abrir espacios de acercamiento generacional entre diferentes miembros de la comunidad estudiantil, mediante la interacción tanto al docente con el alumno como a las directivas y a la familia, y de paso, a diferentes instituciones educativas por medio de encuentros ínter-colegiados.

la fundacion de bogota



Cortesía: Bogota - DC>>

Hace 470 años, tierras fértiles darían cimiento a una ciudad reconocida hoy como meca cultural latinoamericana, a la que en alguna oportunidad se calificó como “Atenas suramericana”. Antes de la llegada de los españoles fue apenas un pequeño caserío de indígenas muiscas. En la actualidad, la capital colombiana se encuentra en el ranking de las 30 ciudades más grandes del mundo según estudios realizados por The Times Atlas of the World.

Más allá de los datos escuetos de la fundación de Bogotá, existen otros detalles que pocos llegan a conocer. El primer nombre de la ciudad fue, por ejemplo, Nuestra Señora de la Esperanza, como originalmente la llamó Jiménez de Quesada, quien, -a pesar de ser letrado a diferencia de los demás conquistadores-, desconocía los procedimientos para la fundación de ciudades, por lo que en abril de 1539, se legalizó la fundación, con la ayuda de Federmán y Belalcazar, y se renombró al territorio como Santafé. Durante la colonia sus habitantes la hicieron distinguir de las demás ciudades de igual nombre, llamándola Santafé de Bogotá, nombre que viene del chibcha bacatá, que traduce fin de los campos, territorio muisca en el que gobernaba el Zipa. En esta delimitación estaba incluido nuestro actual territorio, en el que, en tiempos indígenas, habitaba un caserío conocido como Teusaquillo, donde se dice que se encuentra hoy la Plaza de Bolívar.

Mucho ha cambiado nuestra capital desde entonces, y sus calles son testimonio de ello. En la colonia por ejemplo, un caminante vería calles enterradas que poco a poco se cubrirían de piedras. Avanzaría por las “manzanas” con sus casas de dos pisos, algunas con techos de paja, otras con tejas, y muchas de ellas con balcones que daban a la calle. Encontraría en su camino, gallinas y cerdos en las aceras, mientras a gran velocidad pasarían varios jinetes apostando carreras. En esta fría y oscura villa, de vez en cuando encontraría riñas de indios y españoles, de aquellos que preferían pasar del recogimiento y aburrimiento a la diversión que encontraban en las muchas chicherías que atestaban la ciudad, en las que algunas veces se hallaban salas de juego clandestinas e incluso burdeles. Eso sí, no tendría que recorrer muchas distancias, pues los límites se encontraban en la Quebrada de San Diego al norte, y al sur en la actual avenida primera, extensión total que se hallaba dividida en 4 parroquias.

El transeúnte del siglo XIX caminaría por las calles de uno de los nueve barrios en los que se dividía la ciudad. A decir verdad, no encontraría muchos cambios en la extensión con respecto a la Colonia; las construcciones que marcarían la pauta, serían las civiles y no las religiosas. Encontraría luego nuevos edificios inspirados en modelos republícanos franceses, y terminaría por oír el paso del ferrocarril que por fin comunicaría a Bogotá con otras regiones.

En las primeras décadas del siglo XX la urbe se empieza a creer el cuento de ser ciudad, bellas edificaciones se imponen mientras los cachacos transitan echando percha y mostrando una ciudad elegante. Seguía siendo fría y lluviosa, y a pesar de tanta sobriedad, el caminante de la época podía encontrarse con personajes que interrumpirían la rutina en medio de sus locuras. Tal vez caminando por los cafetines de la Carrera Real (actual Carrera Séptima) vería a la Loca Margarita deambulando, con su vestido rojo y descalza, mientras gritaba vivas al Partido Liberal, pronunciando discursos, y tirándole piedras a cuanto conservador notara. De seguir hasta la Avenida Jiménez, vería al Bobo del Tranvía dirigiendo el tráfico capitalino, luego de quedar loco en el momento de ser atropellado por un tranvía, tras perseguir varios de ellos buscando a su hermana, una muchacha hermosísima que huyó de él junto con un grupo de muchachos.

Tras el nueve de abril del 48, su ciudad cambiaría de forma abismal. Las personas con quienes se cruzaría vestirían colores vivos y romperían con el estilo formal de la ciudad, niños gamines utilizarían las aceras para dormir, la ciudad empezaba a hundirse en construcciones de cemento y hierro, viejas y hermosas edificaciones como el Convento de Santo Domingo y el Hotel Granada pasarían a la memoria mobiliaria de la ciudad. Desde ese momento, Bogotá empieza a ser de todos los colombianos. Por sus calles alguna vez pasaron tranvías halados por caballos, tranvías eléctricos, trolley-buses, hoy lo hacen cualquier cantidad y tipos distintos de buses. En ese proceso de modernización, algunas costumbres se han perdido, las tiendas de barrio que alguna vez imperaron sucumben al poderío de grandes supermercados, incluso resulta hasta curioso recordar la antigua figura de los mercados en las plazas principales, situaciones que escasamente pueden ser recordadas en algunos barrios o en la central de abastos.